
Desde sus primeras aplicaciones hasta la fecha, la evolución de este tipo de intervenciones ha posibilitado el desarrollo de instrumental específico que se traduce en resultados cada vez más satisfactorios. En ese sentido, la incorporación del ultrasonido como asistente en los procedimientos ha significado un valiosísimo progreso en cuanto facilita la extracción del contenido graso, al tiempo que permite un mayor respeto de las estructuras musculares de sostén, así como de arterias, venas y nervios.
Una vez procesada, la grasa extraída en una lipoaspiración puede ser utilizada como relleno, con fines estéticos o reparadores, en distintos sectores del cuerpo como la cara (labios, mentón, pómulos, frente o nariz), el tórax (mamas o quemaduras), abdomen, miembros inferiores y glúteos. Se trata de una intervención de bajo costo y que, dado su escaso nivel de complejidad, asegura buenos resultados.
